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martes, 3 de marzo de 2015

Bienvenidos a Catán, la isla que jubiló a un dentista.





Hablar de juegos de mesa es prácticamente hablar de Alemania. Allí la afición a los juegos es enorme y hay mucha industria al respecto. De hecho impulsan el Spiel des Jahres, el Juego del Año, probablemente el premio más prestigioso que puede recibir un juego y que el simple hecho de ganarlo hace que se multipliquen las ventas a niveles desorbitantes. Bienvenido al mundo del "juego alemán".

Klaus Teuber lo ha ganado en cuatro ocasiones. No, no es el que más veces se ha alzado con la victoria -le queda uno para empatar con Wofgang Kramer- pero creo que ya no lo necesita porque el Catán ha supuesto casi la jubilación de este dentista alemán. Teuber siempre consideró el diseño de juegos como un hobby, uno lucrativo, pero hobby al fin y al cabo, algo que le ayudara a evadirse de su día a día y que había sido compañero fiel desde la mili.

A principios de los 90 no se había hecho todavía un juego que fuera un clásico. Los juegos se vendían bien el año de su lanzamiento pero caían en el olvido enseguida. Esta fue la inquietud de Teuber: encontrar la fórmula que rompiera con esa tendencia. Los grandes clásicos como el Monopoly, un Trivial, el Risk estaban muy vistos y el "juego alemán" podría dar con la clave.


Mejor negociar que arruinar.

No quiero meterme demasiado en la mecánica del juego, ya que no lo creo oportuno. Pero ¿qué es lo que tiene Colonos de Catán que le hace tan especial? No son pocas las comparaciones que tiene con el Monopoly, pero en la diferencia reside la clave: El Monopoly se resume en "comprar o no comprar" y de paso arruinar al enemigo. El Catán, al igual que muchos juegos "alemanes", evita el enfrentamiento tan directo y obliga a negociar para ganar.


Ahí reside una de las claves, en el hecho que de 
entrada nadie posea recursos suficientes de todos los tipos para progresar. En cada turno se comercia con las materias primas, un trueque básico que permite saber cómo funciona un mercado libre en el que cada uno tiene sus propios intereses. Otra clave que ayuda es el hecho de que las partidas no sean eternas si se juega medianamente bien.






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