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lunes, 14 de septiembre de 2015

¿Cuánto debo dormir según la ciencia y qué le pasa a mi cuerpo si no lo hago?




Muchos estaréis pensando que ya "dormiremos cuando estemos muertos". Algo que, además de una canción de Blessthefall, parece el lema oficioso de toda una generación de usuarios matutinos de transporte público. Dormir está sobrevalorado porque, total, ¿Qué podría pasar por descansar un par de horitas menos? Veámoslo.


Abróchense los cinturones: La falta de sueño está relacionada con la pérdida de hasta un 10% de la nuestra precisión motora y un deterioro importante de nuestra capacidad de percepción; con el debilitamiento del control emocional (nos hace más irascibles y menos empáticos); y con serios problemas en nuestra capacidad para pensar, aprender y tomar decisiones. Como veremos más tarde, esto tiene implicaciones importantes para la productividad personal y el rendimiento escolar.

Además, nos volvemos más propensos a tener problemas metabólicos y endocrinos (con efectos similares a los del envejecimiento), inmunológicos (al impedir el correcto funcionamiento de sistema inmune), oncológicos (con especial incidencia en el cáncer de mama) o cognitivos; aumenta nuestra probabilidad de tener diabetes, obesidad, demencia o enfermedades cardiovasculares. Hay pocas cosas tan comunes como no dormir que tengan tantos efectos potenciales en nuestra salud.


Éste es un dato curioso, pero que no parece preocupar a la gente. Al fin y al cabo, normalmente no pasamos más de 24 horas sin dormir. La sorpresa viene cuando descubrimos que no es necesario: según Josna Adusumilli, neuróloga de la universidad de Harvard, el estado físico y psicológico de dormir seis horas al día durante doce días es muy parecido al que se tendría de haber estado un día entero sin dormir.


Un minuto dormido no es un minuto perdido, es un minuto recuperado.

Entra dentro del guión. Ya hemos defendido que dormir es un acto profundamente cultural. Y por eso, gran parte de los problemas solo pueden resolverse si iniciamos una reflexión social seria sobre cómo respetar los horarios de sueño y descanso. Tanto en el colegio (donde tenemos evidencia que apunta a que mejores horarios son mejores resultados y mejores experiencias) como en la vida adulta.

No es que en los sueños encontremos un mundo enteramente nuestro, es que sin el sueño sencillamente no hay mundo.

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