
Aun así, y para aquellos que tienen los pies más en el suelo, ha surgido un ecosistema personas y de empresas (business angels y fondos de inversión en su mayoría) que ayudan a los emprendedores a que sus proyectos se conviertan en empresas rentables que den trabajo a quienes las concibieron, pero también a otras personas.
Aunque, por su puesto lo hacen a cambio de una búsqueda de beneficio a medio plazo, se dedican a detectar ideas con talento y el potencial de convertirse en negocios que, por la juventud de sus integrantes muchas veces no tienen todas las oportunidades de contactar con clientes de primer nivel o la suerte de contar con financiación para empezar a dar sus primeros pasos. De este modo, ideas que tardarían mucho tiempo en hacerse realidad o que corren el riesgo de pasar inadvertidas en el mercado, pueden acelerar su crecimiento de forma exponencial gracias al apoyo de personas que ya han pasado por esa situación y dominan tanto el funcionamiento de una startup como el entorno en el que van a desarrollarse.
Es el caso, por ejemplo, de la fundación everis, que lleva más de diez años fomentando el espíritu empresarial a través de su Premio Emprendedores.
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